Es una alteración del organismo caracterizada por un exceso de grasa, se habla de este término cuando tenemos un peso superior al 10 % del que consideramos normal, o un porcentaje de grasa corporal, superior al 30 % en mujeres y al 25 % en hombres. En la aparición de este problema no solo interviene la dieta, también el sistema hormonal, entre ellas la insulina, las hormonas tiroideas y los estrógenos y progesterona. Es importante no olvidar el ejercicio físico para ayudar a mantener un peso adecuado, la dieta y el estilo de vida. Entre las hormonas que favorecen la destrucción del tejido graso encontramos, el glucagón, la TSH, la ACTH, adrenalina, noradrenalina, vasopresina y hormona del crecimiento. Además algunas prostaglandinas como la PgE, que se elevan en procesos inflamatorios tienen un efecto específico antilipolítico, al igual que la insulina. En los procesos metabólicos del individuo obeso, aparece un aumento de niveles de triglicéridos de forma frecuente, y una intolerancia a los hidratos de carbono. Aumenta en sagre el colesterol LDL y disminuye el HDL que es el caracterizado como colesterol "bueno". Todo esto hace que el sujeto obeso sea más susceptible de padecer arteriosclerosis e hipertensión. Esto junto a la resistencia a la insulina y el aumento de los niveles de colesterol, tan frecuente en el sujeto obeso, define el Síndrome metabólico típico de la obesidad con el aumento del riesgo cardiovascular, que se da sobre todo en la obesidad troncular o de tipo abdominal.
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