El recién nacido a termino posee una epidermis madura pero no presenta la inervación adecuada en sus glándulas sudoriparas, lo que implica una secreción sudoral baja y por consiguiente problemas de termorregulación. El ecosistema bacteriano cutáneo se constituye pocas horas después de nacer, el pH
cutáneo es ácido, entre 4.5 y 6, lo que ayuda a evitar la proliferación bacteriana. El uso abusivo de soluciones antisépticas o de jabones muy alcalinos puede alterar este pH favoreciendo la aparición de infecciones y dermatitis.
La piel del niño atópico
Es una piel seca, pruriginosa e irritable. Presenta una pérdida de la función barrera, lo que implica un aumento de la pérdida transepidérmica de agua y una mayor susceptibilidad cara a las infecciones cutáneas por virus, bacterias y hongos. En estos pacientes se aísla “S. Aureus” con una frecuencia del 95 %, sin embargo en la población sana la colonización es del 10%. El “S. Aureus” es el causante del empeoramiento de la D.A. por eso obtenemos una muy buena respuesta en los niños afectados cuando instauramos tratamiento antibiótico. En adolescentes se ha implicado al género Malassezia (´´Pityrosporum ovale u orbiculare´´), afectando principalmente a la cabeza y al cuello. En estos casos los tratamientos antimicóticos ofrecen una respuesta rápida.
Manifestaciones clínicas
Los principales rasgos clínicos específicos del niño son:
Prurito : Es intenso. El lactante trata de rascar su cara con todo lo que encuentra a su lado, lo que puede provocar la aparición de costras en la piel y su posterior infección. Los niños tienen un menor umbral de prurito, presentan una mayor facilidad para sufrirlo y para que esta sea una sensación más duradera.
Este prurito suele estar provocado por los cambios de temperatura. Es característico, por ejemplo, el que se presenta al desnudarse (algunos lactantes y niños comienzan a rascarse la piel desnuda aunque esta no muestre lesiones de D.A.)
Dermatosis palmoplantar juvenil: Es una forma cada vez más frecuente de manifestación de D.A.. Hay una descamación en las plantas y en las palmas. Son zonas que se resecan, presentan fisuras en las que es habitual la infección secundaria. Son lesiones muy molestas que pueden llegar a alterar la actividad escolar normal. Empeoran con el frío y con el uso de calcetines de lana o fibra y con el calzado deportivo. A veces está asociado a dishidrosis.
Dermatitis friccional o del tobogán: Aparecen lesiones pápulo-vesiculosas que siempre presentan picor. Se localizan en las zonas de roce continuo como glúteos y parte posterior de piernas y muslos de los niños.
Siendo estas las manifestaciones más frecuentes, no son las únicas. Entre otras nos encontramos:
Liquenificación.
Excoriaciones por rascado.
Queilitis descamativa (eccema perioral).
Fisuración infraauricular.
Pitiriasis alba.
Eczema seco
La familia del niño con D.A. debe de saber que se trata de una enfermedad crónica, que no hay tratamiento curativo, pero que mejora con la edad. Debe conocerse el circulo: Prurito/rascado/inflamación/infección/prurito. Es muy importante romper el ciclo: PRURITO/RASCADO/PRURITO
El tratamiento preventivo debe ser rutinario incluso en ausencia de brotes, pero en un brote agudo se debe tratar la inflamación y el prurito en primer lugar La D.A. se suele resolver en los cinco primeros años de vida. Si se controlan los factores que provocan un agravamiento del prurito, no se abandona el tratamiento
preventivo y ofrecemos ayuda e información a los padres, el niño convivirá con su enfermedad sin que le ocasione problemas psicológicos importantes.
El prurito a veces es inevitable a pesar de mantener la piel hidratada, especialmente por la noche. Se deben usar manoplas de algodón para evitar el rascado y mantener las uñas cortas y limpias. En el tratamiento de la D.A. grave no se puede olvidar seguir ninguna de las pautas anteriormente citadas, continuar con las medidas higienico-sanitarias, con los cuidados de la piel a nivel de hidratación por emolientes y con el tratamiento farmacológico correspondiente.
cutáneo es ácido, entre 4.5 y 6, lo que ayuda a evitar la proliferación bacteriana. El uso abusivo de soluciones antisépticas o de jabones muy alcalinos puede alterar este pH favoreciendo la aparición de infecciones y dermatitis.
La piel del niño atópico
Es una piel seca, pruriginosa e irritable. Presenta una pérdida de la función barrera, lo que implica un aumento de la pérdida transepidérmica de agua y una mayor susceptibilidad cara a las infecciones cutáneas por virus, bacterias y hongos. En estos pacientes se aísla “S. Aureus” con una frecuencia del 95 %, sin embargo en la población sana la colonización es del 10%. El “S. Aureus” es el causante del empeoramiento de la D.A. por eso obtenemos una muy buena respuesta en los niños afectados cuando instauramos tratamiento antibiótico. En adolescentes se ha implicado al género Malassezia (´´Pityrosporum ovale u orbiculare´´), afectando principalmente a la cabeza y al cuello. En estos casos los tratamientos antimicóticos ofrecen una respuesta rápida.
Manifestaciones clínicas
Los principales rasgos clínicos específicos del niño son:
Prurito : Es intenso. El lactante trata de rascar su cara con todo lo que encuentra a su lado, lo que puede provocar la aparición de costras en la piel y su posterior infección. Los niños tienen un menor umbral de prurito, presentan una mayor facilidad para sufrirlo y para que esta sea una sensación más duradera.
Este prurito suele estar provocado por los cambios de temperatura. Es característico, por ejemplo, el que se presenta al desnudarse (algunos lactantes y niños comienzan a rascarse la piel desnuda aunque esta no muestre lesiones de D.A.)
Dermatosis palmoplantar juvenil: Es una forma cada vez más frecuente de manifestación de D.A.. Hay una descamación en las plantas y en las palmas. Son zonas que se resecan, presentan fisuras en las que es habitual la infección secundaria. Son lesiones muy molestas que pueden llegar a alterar la actividad escolar normal. Empeoran con el frío y con el uso de calcetines de lana o fibra y con el calzado deportivo. A veces está asociado a dishidrosis.
Dermatitis friccional o del tobogán: Aparecen lesiones pápulo-vesiculosas que siempre presentan picor. Se localizan en las zonas de roce continuo como glúteos y parte posterior de piernas y muslos de los niños.
Siendo estas las manifestaciones más frecuentes, no son las únicas. Entre otras nos encontramos:
Liquenificación.
Excoriaciones por rascado.
Queilitis descamativa (eccema perioral).
Fisuración infraauricular.
Pitiriasis alba.
Eczema seco
La familia del niño con D.A. debe de saber que se trata de una enfermedad crónica, que no hay tratamiento curativo, pero que mejora con la edad. Debe conocerse el circulo: Prurito/rascado/inflamación/infección/prurito. Es muy importante romper el ciclo: PRURITO/RASCADO/PRURITO
El tratamiento preventivo debe ser rutinario incluso en ausencia de brotes, pero en un brote agudo se debe tratar la inflamación y el prurito en primer lugar La D.A. se suele resolver en los cinco primeros años de vida. Si se controlan los factores que provocan un agravamiento del prurito, no se abandona el tratamiento
preventivo y ofrecemos ayuda e información a los padres, el niño convivirá con su enfermedad sin que le ocasione problemas psicológicos importantes.
El prurito a veces es inevitable a pesar de mantener la piel hidratada, especialmente por la noche. Se deben usar manoplas de algodón para evitar el rascado y mantener las uñas cortas y limpias. En el tratamiento de la D.A. grave no se puede olvidar seguir ninguna de las pautas anteriormente citadas, continuar con las medidas higienico-sanitarias, con los cuidados de la piel a nivel de hidratación por emolientes y con el tratamiento farmacológico correspondiente.
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